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Estar en la vanguardia de la Tecnología celular… ¿Lujo o Necesidad?

Actualizado: 31 ago 2020

Tres preguntas y un consejo

La diferencia entre un gasto superfluo y otro que no lo es la determina la necesidad que tenemos de conseguir lo que ese gasto representa. Por lo tanto, definir el grado de necesidad que tenemos de algo nos ayudará a optar por pagar o no. Pero, si optamos por pagar por algo que resulte superfluo para nosotros, estamos atentando contra nuestra capacidad de ahorro o generando deudas innecesarias.


En 1983 se lanzó el primer modelo comercial de teléfono móvil en el mundo: el Motorola DynaTAC 8000X. Pesaba unas dos libras y sus medidas eran de 1,5×1,8×3,5 “. Su batería alcanzaba sólo para 1/2 hora de conversación, y la recarga duraba unas 10 horas. Sólo servía para hacer llamadas telefónicas y, a pesar de todas esas limitaciones, su precio era de unos 4.000 US$.


Ahora, prácticamente todos los teléfonos incorporan una cámara digital para hacer fotos, grabar vídeos o hacer videollamadas. Después de la mensajería SMS o MMS, nos ha llegado el correo electrónico y la navegación web en el móvil. Por otra parte, especialmente dirigidos al entorno laboral, los terminales ‘Smartphone’ han incorporado las aplicaciones que tradicionalmente se desarrollaban para las PDA. Muchos de los últimos modelos incorporan radio FM, reproductor MP3, e incluso un sintonizador de televisión (DVB-H o similar). La necesidad de disponer de mayor capacidad de almacenamiento para las aplicaciones y música/fotos/vídeos en el móvil ha motivado la incorporación de lectores de tarjetas (miniSD, microSD, etc.).


La velocidad con la que se añaden adelantos a los nuevos celulares es tan alta que mantenerse al día de los avances tecnológicos en esta área resulta una carrera entre el comprador y los productores.


Para saber si un gasto es superfluo o no en estos productos, el usuario debe hacerse varias preguntas críticas, entre ellas:


1.- ¿Necesito realmente disponer de todos los avances que me ofrece el producto?

Por supuesto que el grado de necesidad puede ser muy subjetivo, pero conviene ser objetivo y evaluar lo que el equipo va a hacer por mi bienestar frente a lo que va a significar el gasto, tanto ahora como en el mediano plazo.


2.- ¿En qué medida el nuevo equipo puede convertirse en un elemento que mejore mi productividad?

Este es un buen criterio. Si la respuesta es claramente positiva, entonces el gasto puede convertirse en una inversión que después signifique un ahorro real.


3.- ¿Estoy dispuesto a “sacarle el máximo provecho” al equipo?

Adquirir un equipo sin estar dispuesto a dedicarle el tiempo necesario para aprender a utilizar todas sus funciones es tan inútil como comprar un automóvil solo para escuchar la radio. En este caso sería preferible comprar un radio.


Si no se tienen las respuestas claras y todavía el equilibrio entre los pro y los contra no está definido, entonces es bueno hacer caso de un consejo:


PERMÍTASE UN TIEMPO DE 24 HORAS PARA PENSAR, SEGURAMENTE MAÑANA LO VERÁ MÁS CLARO Y NO GASTARÁ EN EQUIPOS SUPERFLUOS SINO EN EQUIPOS NECESARIOS.

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